Después de que en el pasado Mundial de Ciclocross se descubriera que una corredora ocultaba un pequeño motor eléctrico en su bicicleta, la Unión Ciclista Internacional (UCI) ha intensificado sus esfuerzos para evitar que este tipo de dopaje tecnológico se extienda en el gran pelotón. El máximo organismo del ciclismo mundial busca prevenir estas trampas tanto en competiciones de bicicletas de carretera como en pruebas de bicicletas de montaña, disciplinas en las que la integridad del material y el rendimiento natural del ciclista son esenciales.
Para garantizar el juego limpio, la UCI ha implementado un nuevo protocolo de inspección, basado en un escáner de alta precisión que detecta cualquier alteración magnética causada por un motor eléctrico, un imán o una batería oculta. Este sistema permite analizar cuadros, grupos de cambio y ruedas, enviando los datos a un software que los inspectores pueden revisar desde una tablet. Si el programa detecta anomalías, la bicicleta se desmonta para una inspección más detallada.
Este nuevo método antifraude se ha puesto en práctica recientemente en el Tour de Romandía, donde 347 de las 507 bicicletas participantes, tanto de carretera como de montaña, fueron escaneadas por la UCI sin encontrar indicios de fraude tecnológico. Con esta medida, se busca preservar la esencia del ciclismo y evitar que las competiciones se vean afectadas por tecnologías no permitidas.
Cámaras térmicas, rayos X y ultrasonidos
El escáner magnético es el último de una larga lista de métodos de detección de motores ocultos en los que la Unión Ciclista Internacional (UCI) ha trabajado recientemente. Entre estos sistemas destacan el uso de cámaras térmicas y rayos X, aunque ambos han sido descartados debido a sus limitaciones.
Uno de los primeros intentos de detección fue mediante cámaras térmicas, diseñadas para identificar variaciones de temperatura en el cuadro, el pedalier o el grupo de cambio, lo que podría revelar la presencia de un motor eléctrico oculto. Sin embargo, este método solo funciona cuando el motor está en funcionamiento o se ha detenido recientemente, lo que lo hace ineficaz para inspecciones previas o posteriores a una competición. La propia UCI reconoció que el fraude tecnológico detectado en el Campeonato Mundial de Ciclocross 2016 no habría sido descubierto con esta técnica, ya que el motor no estaba activo en el momento de la revisión.
Por otro lado, el uso de rayos X también fue descartado debido a los elevados costes logísticos y a la lentitud del proceso, lo que dificultaba el análisis de bicicletas de montaña y bicicletas de carretera en eventos de gran magnitud. Asimismo, se evaluó el empleo de ultrasonidos, un método utilizado en la industria para analizar la densidad de materiales. Sin embargo, la variabilidad en los espesores de carbono en los cuadros de las bicicletas dificultó la calibración de este sistema para su aplicación en el ciclismo profesional.
Brian Cookson, presidente de la UCI, ha manifestado su confianza en la efectividad del escáner magnético como solución definitiva para prevenir el dopaje tecnológico en competiciones de bicicletas de carretera y bicicletas de montaña. "Nos vamos a asegurar de que nadie tenga la tentación de engañar, sabiendo que hay muchas probabilidades de ser detectados", afirmó.