En el documental sobre la Titan Desert 2016, elaborado por Valentí Sanjuan, se muestra un momento sorprendente en el que un corredor repara un pinchazo persistente con cinta americana. Este ingenioso recurso le permitió completar los últimos kilómetros de una de las etapas más duras de la prueba. Más allá de ser una anécdota, esta escena refleja la importancia de contar con soluciones rápidas y eficaces en competiciones exigentes y rutas de larga distancia.
En travesías de bicicletas de montaña, donde los terrenos accidentados pueden poner a prueba la resistencia del material, la cinta americana puede ser una solución temporal para reparaciones de emergencia, como fijar una cubierta dañada o asegurar un componente suelto hasta llegar al siguiente punto de asistencia. Lo mismo ocurre en rutas largas con bicicletas de carretera, donde cualquier avería menor puede comprometer el rendimiento si no se dispone de herramientas adecuadas en el momento.
Cuando se trata de ciclismo de aventura o pruebas de resistencia extrema, la improvisación puede marcar la diferencia entre abandonar una etapa o llegar a la meta. Es por ello que muchos ciclistas, tanto de mountain bike como de carretera, incluyen cinta americana en su kit de herramientas para solucionar imprevistos y seguir rodando sin perder tiempo. Un accesorio simple, pero que puede salvar el día en las condiciones más exigentes.
Un invento de la Segunda Guerra Mundial
La cinta americana es una gran desconocida en el ámbito del deporte, no muchos la cargan en sus mochilas, pero quienes lo hacen, la adoran, la veneran. Como sabrás se trata de una cinta adhesiva formada por una malla de fibras resistentes (el mismo concepto de las vendas de primeros auxilios), habitualmente de polietileno, y un pegamento extremadamente fuerte. Si la has usado sabes que tiene una peculiar cualidad, se puede romper transversalmente de manera muy fácil pero es extremadamente resistente a la tracción (es decir, longitudinalmente). Esta sencilla y humilde invención la patentó Johnson & Johnson en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, con la intención de que los soldados pudieran proteger su munición de la humedad. El ejército norteamericano adoptó este tipo de cinta de inmediato y los usos que se le dieron fueron casi infinitos. Sin duda, fue el mejor campo de pruebas para el producto. Hoy su distribución alcanza todo tipo de actividades profesionales y lúdicas, por todo el globo, al punto que ya se organizan estrafalarios concursos anuales que premian la utilidad más original.
Por qué debes llevarla en la mochila
En un reventón puede servir para cubrir el interior de la cubierta. Un radio partido puede unirse momentáneamente, lo suficiente para terminar la ruta por la vía más rápida. Puede resolver una rotura de mochila o bolsa de viaje. Reforzar la unión de dos piezas cualquiera. En rutas de varios días puede ser muy útil si el vivac se rasga por cualquier motivo. En fin, se trata de un poderoso aliado multiusos con el que resolver un problema técnico o mecánico. Es de esos útiles que te obligan a llevar mochila o un pequeño bolso portabultos en la bici. No suelen venir en tamaños pequeños y, posiblemente, un solo rollo te dure toda tu vida deportiva. El mayor uso que le vas a dar es ayudar a tus compañeros en tal o cual incidencia o reparación. Por todos estos casos, siempre es recomendable tenerla cerca, especialmente cuando se van a pasar muchas horas encima de la bicicleta por rutas llenas de inconvenientes y desafíos técnicos.